Porque el amor siempre manda
Alma y Jesús unen sus corazones en matrimonio ante la mirada de sus seres queridos. Verónica, vestida de monja y con la cara desfigurada, le pide perdón a Jesús, Rogelio y Marcia afuera de la iglesia. Después, Alma y Jesús se entregan a la pasión.
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