Asesinato en el supermercado

Un asesino trata de eliminar todas las huellas del crimen, pero progresivamente añade nuevas pruebas forenses que dejan estupefactos a los investigadores hasta que los científicos prueban una técnica que nunca había sido aplicada en un caso criminal.

Para resolver un asesinato, los investigadores debían encontrar la bala mortal pero no saben en dónde encontrarla. Esto es un reto para las leyes de la física, pues tienen que resolver el misterio, sino un asesino andaría suelto.

Un conductor se fuga y trata de eliminar todas las pruebas del delito, prepara el vehículo, lo lava, lo pule, lo aspira y lo vende a un nuevo propietario. Después de esto, los detectives no saben si es posible que queden rastros forenses en el vehículo.

El forense determina que aquella muerte fue un accidente, pero otro detective forense no está de acuerdo. El caso tarda tres largos años en resolverse y plantea serias dudas sobre la precisión de una autopsia.

El lago es profundo, la noche está muy oscura y la colisión es mortal, las únicas pistas que existen son unos restos de pintura, un trozo de espuma y la herida mortal. Todo eso basta para desvelar a los investigadores y descubrir qué sucedió.