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Perucho Galán, presa de los nervios y al no saber en dónde guarecerse, aparece en casa de Francois.
Perucho se queda pasmado cuando se entera por Pepa que su abuela lo convirtió en heredero de la hacienda Cantarrana.
Perucho, dolido por las palabras de Pepa, le asegura que no hará esfuerzos por recuperar su amor.
Gonzalo, que ya se lo esperaba, parece no inmutarse ante el rompimiento que Pepa hace del noviazgo de ambos.
Pepita está realmente confundida. Ella besa a Luis Raúl intentando recibir de él un amor que sólo desea le entregue Perdomo.